Tu presencia se ha pasado de la costra de sus uñas a la sal de las lágrimas aún no derramadas.
Y te atreves a deslizarla sobre olas, mal adentro.
La ignorancia no tiene maestro ni nadie que la reprenda.
Y te dan ganas de soplar el viento de sus ingenios.
El desinterés no tiene fecha de vencimiento ni comisión preventiva.
Y le tensas nudos de siete vueltas en el pelo.
La caricia no mira a quién ni hace promesas.
Sabiendo que la sal, diluida en las lágrimas derramadas, no puede más que evaporarse en el tiempo.
Texto: M.A.
Imagen: MooNyk
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